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De los tiempos de Evita a una derrota histórica: El viaje del peronismo y sus vínculos con Chile
El Mercurio (Archivo)
La del domingo pasado fue una jornada desastrosa para el peronismo. Por primera vez en su historia, este referente político de Argentina quedaba en el tercer lugar de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). Los resultados, que dejaron al movimiento liderado por Sergio Massa debajo de La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio, encendieron las alarmas en el oficialismo trasandino, de cara a los comicios del próximo 22 de octubre.
Son momentos complicados para el Partido Justicialista (PJ), hoy agrupado en la coalición Unión por la Patria (UP). El tercer lugar en las primarias del domingo se suma a los malos resultados en las elecciones legislativas de 2021 y a las derrotas en algunas provincias este año. La mala percepción ciudadana en un país sumido por una hiperinflación y una crisis de seguridad ha golpeado al oficialismo.
Atrás quedaron los días de gloria del PJ, cuyo líder y referente histórico, Juan Domingo Perón, supo cambiar el rumbo de un país y tuvo a este movimiento siempre en la primera línea política, junto a su esposa Eva Perón, convertida en mito por sus seguidores. Hoy, con una ciudadanía que prefirió apoyar al libertario Javier Milei, el escenario es adverso.
El desafío es grande: sobre los hombros del ministro de Economía y candidato presidencial Sergio Massa, recae el peso de remontar y lograr llegar a una segunda vuelta a fin de año. La maquinaria es grande y el peronismo sabe de campañas adversas. No por nada hablamos de uno de los partidos más históricos de Argentina, cuyos líderes han tenido uno que otro vínculo con Chile.
Perón, la carta a Ibáñez y el caso de radio El Mercurio
La relación de Juan Domingo Perón con Chile data de mucho antes de asumir el poder en Argentina. En 1934, cuando era capitán del Ejército, fue destinado a la provincia fronteriza de de Neuquén, donde inició su relación al otro lado de Los Andes. Dos años después, fue designado agregado militar en la embajada argentina en Santiago, donde entabló amistad con personalidades como Arturo Alessandri Palma, Carlos Ibáñez del Campo y Gabriel González Videla, entre otros.
Foto tomada en la embajada de Argentina en Santiago. Perón es el segundo de la última fila (Foto: El Mercurio).
Tras su llegada al poder en 1946, el general puso especial énfasis en las relaciones con Chile. Recordadas son las recepciones de su esposa, Eva Duarte de Perón, a autoridades y representantes deportivos y culturales chilenos en Buenos Aires. Pero más allá del protocolo, el Mandatario trasandino también quiso influir en la política de sus vecinos, lo que quedó demostrado durante la campaña presidencial de Carlos Ibáñez del Campo, donde el Gobierno trasandino gestionó la distribución de afiches y la «repatriación» de 300 trabajadores chilenos para que fueran a votar, de acuerdo con la investigadora Leonor Machinandiarena de Devoto.
Recordada también es la carta enviada en 1953 por Juan Domingo Perón al presidente Ibáñez del Campo, en la que le aconsejaba expandir el gasto fiscal para ganar votos.
«Su pueblo está preparado para todo. Sólo le falta el nombre. La providencia ha pensado en Usted. No debe tener la menor duda que la oligarquía, los políticos vendepatria y el imperialismo serán sus enemigos. Para vencerlos Usted necesita al pueblo y al pueblo se lo gana de una sola manera: luchando lealmente por él. Dé al pueblo, especialmente a los trabajadores, todo lo que pueda. Cuando a Usted le parezca que les da mucho, dele más. Verá el efecto. Todos tratarán de asustarlo con el fantasma de la economía. Es todo mentira. Nada hay más elástico que esa economía que todos temen tanto porque no la conocen», dice la misiva.
Y prosigue: «Es increíble hasta dónde puede irse en ese camino, hasta capitalizar políticamente a la masa popular. Una vez en posesión de ella, Usted no tendrá problema y el gobierno es una cosa sencilla. Sin ellos, en cambio, gobernar es una suerte de equilibrio en la cuerda floja«.
Esto no quedó ahí. Durante el periodo de Ibáñez, el peronismo influyó con operaciones políticas y económicas en Chile. Ejemplo es el caso de radio El Mercurio, que transmitía noticias favorables sobre el Gobierno de Perón y también atacaba al Congreso Nacional, al punto que aseguraba que «la acción del Poder Legislativo es inútil porque basta con el Gobierno para legislar» y trataba a senadores y diputados de «haraganes políticos», según afirma Pedro Acuña-Rojas en su investigación «La propaganda sonora del peronismo en Chile. El caso de Radio El Mercurio, 1953», publicado en la revista Comunicación y Medios.
Casi dos décadas después, el retorno de Perón al poder en Argentina coincidió con el golpe de Estado en Chile. Fue así como en esos años militantes de las Juventudes Peronistas organizaron desde el país vecino una red de asistencia a los refugiados chilenos que escapaban de la dictadura; todo esto, pese al apoyo del general argentino a la junta militar chilena. Todo acabó, no obstante, con el golpe militar de 1976 en Argentina.
Menem, el «prochileno»
Trece años después, tras siete años de dictadura y seis años de gobierno del radical Raúl Alfonsín, el peronismo volvió al poder de la mano del gobernador de La Rioja, Carlos Saúl Menem, quien durante su mandato de diez años cultivó una estrecha relación con Chile. Antecedentes tenía: fue el único peronista que en 1984 apoyó el plebiscito convocado por el Gobierno democrático trasandino para aceptar el Tratado de Paz y Amistad con nuestro país.
Patricio Aylwin y Carlos Menem cultivaron una muy buena relación (Foto: El Mercurio).
Ya en el Gobierno, Menem cultivó una muy buena relación tanto con Patricio Aylwin como con Eduardo Frei, al punto de que los expertos han catalogado este momento histórico como el mejor de la relación política y comercial entre Argentina y Chile. Al líder peronista, incluso, sus detractores lo calificaron de «prochileno».
Tras la muerte de Menem en 2021, personeros de la Concertación recordaron cómo el líder argentino «conquistó» a Aylwin, quien al principio desconfiaba de su colega y «lo veía como alguien medio destartalado», según el exministro Carlos Figueroa.
Ya con Frei, la relación fue aún más cercana, e incluso temas conflictivos como el fallo arbitral de Laguna del Desierto -que le daba la razón a Argentina- no afectaron el trabajo en conjunto. «No quería que el fallo fuera un obstáculo para la relación. Quería mantener lo acordado y seguir avanzando en otras cosas, como Campos de Hielo. En ningún momento quiso sacar ventaja de la resolución arbitral», afirmaba a El Mercurio el senador y excanciller José Miguel Insulza.
«En esos años tuvimos la gestión más exitosa de la historia para los dos países», recordaba Ricardo Serrano, ex jefe de la oficina comercial en Buenos Aires, en conversación con El Mercurio en 2021. Misma opinión tenía José Miguel Insulza, quien compartió mucho con Menem: «Era un amigo de Chile; uno de los mejores amigos de Chile».
De las tensiones con Kirchner al momento actual
Ya en el siglo XXI, el peronismo pasó por una serie de cambios que marcaron para siempre su historia y, por qué no decirlo, la de toda Argentina. Fracasado el gobierno del radical Fernando de la Rúa en diciembre de 2001, y con Eduardo Duhalde como presidente tras una profunda crisis, el Partido Justicialista contó en 2003 con tres candidatos a la Casa Rosada, que representaban distintas variantes: el exmandatario Carlos Menem; el gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá, y su colega de Santa Cruz, Néstor Kirchner.
Tras una elección bastante fragmentada, Menem y Kirchner pasaron al balotaje. Finalmente, este último fue elegido presidente luego de que el ex gobernante decidiera bajarse de los comicios cuatro días antes de su celebración. Esto dio inicio a una nueva en el peronismo: comenzaba el kirchnerismo, representado por el ala más izquierdista del PJ, marcando una división no solo en la colectividad, sino también en la Argentina misma.
Néstor Kirchner asumió en 2003. El presidente de Chile en ese momento era Ricardo Lagos, quien años más tarde reconoció que las relaciones con su par trasandino tuvieron momentos de alta tensión, principalmente durante la crisis por el gas natural entre 2004 y 2009, luego de que Argentina incumpliera constantemente con los contratos sobre el suministro y cortara varias veces éste.
Según contó el ex Mandatario chileno en su libro «Mi vida. Gobernar para la democracia», en un momento llamó a Kirchner para manifestarle su molestia. «Su respuesta fue que me quedara tranquilo, que lo arreglaría al día siguiente. Sin embargo, no había que ser ningún genio para darse cuenta de que un asunto de este naturaleza no podría resolverse en un día«, aseguró.
«Le dije que el día en que las casas no tuvieran gas, me vería obligado a declararle la guerra a su país, porque esa carencia provocaría una revolución aquí», añadió Lagos, quien reconoció que se daba cuenta del tenor de su amenaza, «pero no tenía otra herramienta para exigir que se cumpliera el contrato».
Lagos junto a los Kirchner el 10 de marzo de 2006, un día antes de dejar el poder (Foto: EFE).
Kirchner solo estuvo un periodo al mando de la Casa Rosada. Lo sucedió su esposa, Cristina Fernández, quien a nivel interno profundizó aún más la llamada «grieta» política que divide a los argentinos. La ex senadora coincidió con Michelle Bachelet, con quien tuvo una relación bastante cordial y firmó en 2009 el Tratado de Integración y Cooperación, que vino a profundizar el Acuerdo de Paz de 1984.
Fernández luego coincidió con Sebastián Piñera, quien ideológicamente se ubicaba en las antípodas de la líder argentina y además era gran amigo del entonces alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, que se perfilaba como la gran figura de la oposición. Pese a ello, la relación entre ambos gobernantes fue positiva, al punto de que la Mandataria trasandina fue una de las invitadas de honor en la llamada fiesta del Bicentenario.
Sobre Piñera, la ahora vicepresidenta argentina aseguró en su libro «Sinceramente» que «le encanta discutir por todo». En esa línea, agregó que el ex Mandatario chileno «era capaz de discutir horas sobre cuestiones que a mí me parecían absolutamente menores, pero siempre lo hacía con mucho respeto y, sobre todo, con un gran sentido del humor».
«Sebastián Piñera es de derecha, pero muy simpático… después de todo, nadie es perfecto», agregó.
Ya en su segundo periodo como gobernante, Piñera volvió a coincidir con un peronista. Se trataba esta vez de Alberto Fernández, que llegó a la Casa Rosada tras vencer en las elecciones precisamente a Mauricio Macri, amigo del líder chileno. La relación, esta vez tuvo altos y bajos, sobre todo durante la pandemia, cuando el dirigente argentino comparó varias veces la situación de su país con Chile, con datos erróneos.
Alberto Fernández es muy cercano al excandidato Marco Enríquez-Ominami, con quien fundó el Grupo de Puebla. Es esta amistad la que provocó una nueva polémica, esta vez ya con Gabriel Boric en el poder. El apoyo del trasandino a su amigo en una carta cuestionando el rol de la justicia en el marco del caso SQM, generó una serie de críticas desde Chile, por involucrarse en temas internos. Semanas después, ambos mandatarios le bajaron el perfil a la polémica, aunque la tensión fue grande.
Son varias décadas de un peronismo que ahora mira con preocupación su futuro ¿Seguirán siendo gobierno?
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