Tanto los aliados de Estados Unidos como sus adversarios, Rusia y China en particular, siguen con la máxima atención si la Administración Biden consigue los fondos que permanecen bloqueados en el Congreso en concepto de asistencia a Ucrania, ha advertido John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
«Todo el mundo está siguiendo lo que hacemos, ya saben, quien también lo está siguiendo es [el presidente ruso] Vladímir Putin, y el presidente [chino] Xi [Jinping] en Pekín.
También están mirando si EE.UU. resulta ser un socio fiable», dijo este jueves en rueda de prensa.
En su intervención, Kirby recordó que Washington anunció el pasado 27 de diciembre el paquete final de asistencia de seguridad a Kiev para el que le quedaban los fondos.
«No hay más dinero para hacerlo.
No voy a adelantarme de donde estamos y hablar de opciones hipotéticas que podríamos tratar de perseguir en el futuro, pero sí necesitamos este dinero», acentuó Kirby.
En particular, resaltó que «el liderazgo de EE.UU. tiene mucha importancia en el contexto de la capacidad de apoyar a Ucrania», al tiempo que subrayó que los «aliados y socios está observando» la situación relacionada con los fondos para Ucrania en EE.UU.
Por su parte, el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, declaró en otra rueda de prensa que Washington seguirá brindando apoyo militar a Ucrania durante el tiempo que sea necesario, lo que no significa que dicho apoyo se mantendrá al mismo nivel que en los años 2022 y 2023.
«No lo consideramos necesario, porque el objetivo es la transición de Ucrania para que se mantenga por sí misma, ayudar a Ucrania a construir su propia base industrial y militar-industrial para que pueda financiar, construir y adquirir municiones por sí misma.
Pero todavía no estamos ahí, por lo que es importante que el Congreso apruebe el proyecto de financiación suplementaria», explicó.
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- La asistencia militar y financiera que Ucrania recibía de manera regular de sus aliados occidentales ha disminuido drásticamente desde el fracaso de su contraofensiva estival, con un paquete de más de 60.000 millones de dólares de financiación que sigue paralizado debido a divisiones políticas en EE.UU., y otro de más de 50.000 millones de euros (55.000 millones de dólares) aún sin aprobar en la Unión Europea.