¿Cuándo es necesario operar una hernia discal?
Operar una hernia discal es una opción cuando otros tratamientos han fallado, como los analgésicos o las inyecciones de corticoides. Te explicamos todo lo que debes saber sobre el procedimiento.
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La hernia discal es una patología frecuente que afecta de forma notable a la vida de quien la sufre. La opción de operar una hernia discal siempre se plantea cuando esta situación tiene un gran impacto en las actividades cotidianas del paciente o si otro tipo de abordajes han fallado.
En la actualidad existen numerosas técnicas para operar una hernia discal. Cada una se ajusta mejor a las características de la lesión y del paciente, así como a la experiencia y las preferencias del cirujano.
Gracias a esta intervención es posible que mejore la calidad de vida. No obstante, no es sencillo y también supone una serie de riesgos. En este artículo te explicamos todo lo que debes saber sobre el tema.
¿Qué es una hernia discal?
Para entender qué es una hernia discal hay que conocer primero la anatomía de la columna vertebral. La columna está formada por las vértebras, que son huesos individuales. Entre ellas se sitúan unos discos de tejido cartilaginoso cuya función es amortiguar el impacto. Son los discos intervertebrales.
Los discos están formados por un núcleo pulposo y un anillo fibroso. El anillo es la parte más externa que rodea el núcleo. Tal y como explican los especialistas de la Clínica Mayo, una hernia discal se produce cuando el núcleo protruye hacia afuera, a través de un desgarro en el anillo fibroso.
Las hernias se pueden presentar en cualquier parte de la columna. A continuación, el disco puede irritar algún nervio. Los síntomas varían en función de la localización y de la gravedad de la protrusión.
Las hernias discales son muy frecuentes. Se estima que afectan entre 5 y 20 de cada 1000 adultos menores de 49 años. Lo más usual es que se produzcan en la zona lumbar o cervical y que se acompañen de dolor o alteraciones en la movilidad y sensibilidad.
Tratamientos de la hernia discal
Antes de operar una hernia discal se suelen probar diferentes tratamientos menos agresivos. Lo normal es comenzar con uno farmacológico para paliar el dolor y las molestias. En primer lugar, si el dolor es leve, se recomiendan analgésicos como el ibuprofeno o el naproxeno.
Si con ese tipo de fármacos no se consigue controlar el dolor, se puede probar con corticoides. Se inyectan en la zona afectada, cerca de los nervios raquídeos. En algunos casos, incluso, se recetan medicamentos opiáceos.
El problema es que estos fármacos tienden a crear tolerancia, dependencia y adicción. Además, tienen múltiples efectos secundarios. Por eso deben emplearse con precaución. Cualquiera de los tratamientos médicos se combina con fisioterapia y ejercicios personalizados.
¿Cuándo es necesario operar una hernia discal?
Operar una hernia discal se convierte en una de las opciones cuando el resto de los tratamientos han fracasado. Lo cierto es que la mayoría de los pacientes no requieren cirugía. Suelen mejorar al cabo de días o semanas con el abordaje médico.
No obstante, si los síntomas persisten durante meses o existe discapacidad, operar una hernia discal es casi prioritario. La discapacidad puede ser consecuencia del daño que produce el disco sobre algún nervio. Puede afectarse la movilidad o la capacidad para controlar los esfínteres.
Además, en la actualidad, existen diferentes técnicas para operar una hernia discal. En algunos casos, la intervención puede plantearse mediante una técnica poco invasiva, con incisiones pequeñas y una recuperación más rápida. Suele haber muy buenos resultados.
Preparación para poder operar una hernia discal
Para operar una hernia discal es importante que el paciente esté consciente de los riesgos y de las precauciones previas a la cirugía. Es recomendable que se adopten hábitos saludables.
Por ejemplo, lo ideal es que el paciente pierda peso y se ponga en forma antes de la cirugía. El sobrepeso puede hacer que la columna vertebral esté bajo más esfuerzo de lo recomendado. Por eso se puede enlentecer el proceso de recuperación.
Fortalecer los músculos de la espalda es recomendable para cualquier patología que afecte a la columna vertebral. Deben realizarse ejercicios guiados por un especialista, para evitar agravar el daño.
Al igual que ocurre para cualquier otra cirugía, es importante dejar de fumar. El tabaco incrementa el riesgo de sufrir complicaciones operatorias, además de interferir con el proceso de cicatrización.
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¿Cuáles son las opciones para operar una hernia discal?
Como hemos explicado a lo largo del artículo, a día de hoy hay numerosas opciones para operar una hernia discal. En los siguientes apartados te explicamos cuáles son las principales técnicas y en qué consisten.
Operar una hernia discal mediante discectomía
La discectomía es la técnica que más se emplea para operar una hernia discal. Consiste en eliminar la parte dañada del disco o el disco al completo. Cuando el problema está en la columna cervical se realiza mediante un abordaje anterior.
En este caso, se hace una pequeña incisión en la parte delantera del cuello y se extrae el disco. Hay que rellenar el espacio que deja, reemplazándolo con un pequeño tapón de hueso en la mayoría de los casos. También se puede utilizar un disco artificial.
Laminoplastia y laminectomía
La laminoplastia es una técnica que se utiliza para operar una hernia discal en el cuello. Consiste en abrir un espacio dentro del conducto vertebral, utilizando una especie de bisagra. La idea es crear más lugar para el disco herniado y aliviar así los síntomas.
La laminectomía consiste en recortar o eliminar una parte de la vértebra que esté afectada. Así se consigue ampliar el espacio en el canal espinal y reducir la presión sobre la médula, además de hacer más hueco para los nervios.
Corpectomía cervical
La corpectomía cervical es similar a la técnica anterior. Es un proceso por el que se quita una parte de la vértebra, pero también de los discos intervertebrales adyacentes. Se intenta estabilizar la columna mediante placas metálicas, tornillos o injertos óseos.
Fusión espinal
La fusión espinal también es una técnica usada con frecuencia para operar una hernia discal. Consiste en unir las dos vértebras que contienen la hernia discal. Para ello se pueden emplear numerosos tipos de instrumentos, al igual que ocurría en la corpectomía.
Recuperación de la cirugía
La operación de hernia discal tiene un tiempo de recuperación relativamente corto. La mayoría de las personas se van a casa al día siguiente de la intervención. Sin embargo, es importante evitar ciertas actividades en el mes posterior.
Por ejemplo, realizar ejercicio muy intenso o levantar objetos pesados. Tampoco se recomienda conducir ni estar sentado durante periodos muy largos de tiempo. Estar agachado tampoco es beneficioso para la recuperación.
No obstante, sí que puede estar indicado realizar un programa de rehabilitación, lo que promueve una recuperación más rápida y una mejoría de la movilidad.
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Riesgos y complicaciones tras operar una hernia discal
Operar una hernia discal es algo que, en la gran mayoría de los pacientes, resulta muy favorable. El riesgo de complicaciones es escaso y los pacientes suelen notar un incremento notable de su calidad de vida.
Sin embargo, eso no quiere decir que no haya complicaciones. Por ejemplo, puede haber infecciones o hemorragias, sobre todo en pacientes de edad avanzada. También aparece fibrosis posquirúrgica, que interfiere en la recuperación de la movilidad.
Es posible que el paciente no se sienta satisfecho tras la cirugía. Suele ocurrir en personas en los que el daño previo a la operación no estaba bien establecido. Al no haber signos evidentes de que los síntomas fueran por la compresión de algún nervio, los signos se mantienen y se considera un fracaso quirúrgico.
La hernia discal suele mejorar con tratamiento médico
Aunque operar una hernia discal sea una buena opción, lo cierto es que la mayoría de los pacientes no requieren cirugía. Con el tratamiento médico y la terapia suelen mejorar de forma notable.
Sin embargo, si al final se recurre al procedimiento, es importante que el paciente conozca todos los riesgos y posibles complicaciones. No obstante, suele haber buenos resultados y mejora la calidad de vida del paciente.
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